Soñamos con
ella,
nos deja su
huella,
y al final
nos aburrimos,
qué pena, de
ella.
Empezamos
con la esperanza de que nos traiga un buen recuerdo,
un paisaje
bonito,
un paisaje
bello.
Olvidamos
nuestras miserias al calor de una buena estufa,
aparece de súbitamente
en la comida un sabor a trufa,
y para que el cuerpo no sufra,
ahorramos en
otoño leña,
que veña, que
veña
un frío
rápido como un susto
que
desaparezca, ¡que dios nos ampare!, abrigando nuestro busto,
siendo
blanco nuestro pensamiento,
siendo
blanco nuestro sentimiento.
Pasamos el día
relatando nuestro sufrimiento,
viene la
lluvia viene el viento
razones nos
sobran para meternos dentro de un buen cobijo
un alijo de
copos, una muestra de lluvias, todos faenan en la misma superficie
nos codeamos
con las charlas de nuestras estaciones
antes era
otoño, también fue verano, también fue primavera y de repente el invierno
atendiendo a razones.
Hasta otra
estación,
llegó el
invierno y con razón
había sequia
en nuestro corazón,
había sonido
en nuestro tambor
hasta otra
estación, llegó la lluvia, llegó lo peor
metidos en
nuestras casas hasta darnos olor
Era la
jerarquía del blanco como color
Hasta otra
estación, permítenoslo señor.
Me encanta tu poesía. Casi tanto como ne gusta el invierno
ResponderEliminar¡Menuda poesía! ¡Me encanta!
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