Un río de A Pontenova, por Mar

Casi terminadas las vacaciones, me fui un fin de semana a A Pontenova, un pueblo pequeño con mucho encanto cerca de Taramundi. Allí vive mi hermana con su familia. Como todavía hacía calor, decidimos irnos a tomar el sol, pero esta vez no fuimos a las playas que hay cerca del pueblo, que aunque son bonitas, hay bastante gente. Nos fuimos al río, un río escondido en la geografía de A Pontenova.

Por la mañana nos levantamos más o menos temprano, y mi hermana Clara como auténtica ama de casa nos preparó un tupper de comida para cada uno, además de acompañarla de fruta.

Cuando llegamos  me asombró el río. No era como otros, era pequeño y en él lucía el sol. Nos pusimos nuestros bañadores,  extendimos las toallas, nos untamos de crema protectora y nos tumbamos a tomar el tan ansiado sol.

Se estaba muy a gusto y había poca gente, aunque nos molestó algún insecto, nos dejaron tomar el sol toda la tarde. Estuvimos hasta que se ocultó el sol, y ya con color en la piel nos fuimos a un merendero a merendar. Se estaba muy a gusto. Y acordamos de que a pesar de que al agua estaba algo fría, disfrutamos de lo lindo.

No solo nos molestaron los mosquitos, también al paraje se acercaron dos familias con perros y entonces el tranquilo día se convirtió en revoltoso, ya que a mi sobrina le dan miedo los perros. Después de hablar con los dueños y alterarnos los nervios nos pusimos con la siguiente merienda.

Pronto se acabó la tarde y cogimos nuestras cestas y echamos a andar hacia casa. Como estábamos cerca llegamos muy pronto a casa. Pero aquí no acabo el día.

 Como seguía haciendo bueno, decidimos salir a dar una ronda por los puentes del río de A Pontenova que son muy originales, y aunque se hacía de noche nos dio tiempo a disfrutar de este día de verano que resultó muy auténtico. Un día para recordar en nuestros corazones.