Todos fuimos jóvenes alguna vez. A mí me parece una
maravillosa etapa de la vida, la más bonita y no me atrevo a decir que sea la
más feliz.
La juventud de hoy está con el síndrome de internet y cuando
yo era joven vivíamos bajo el síndrome del cubalibre. Los jóvenes de hoy viven
más pendientes del móvil y de internet que de si mismos.
Antiguamente, hablo de mi juventud, las fiestas de los
pueblos estaban llenas de gente joven y hoy en día eso no suele pasar. Aunque
lo que no cambió fue el amor. Yo adoro a los jóvenes por el concepto que tienen
de la vida.
Hoy en día vivir en
sociedad cada día es más difícil o al menos me parece a mi. Lo que
cambió, mucho, fue la idiosincrasia de la vida. Hoy la vida está llena de rosas
marchitas y no de claveles rojos. Somos una rosa al nacer. Nos convertimos en
un árbol que crece. Llegamos a ser un árbol
que se seca y acabamos siendo un lirio y lo de más allá nadie, nadie lo conoce.
Dicen que es un sitio maravilloso. O a mi me parece un sitio maravilloso,
porque esta vida no me gusta casi nada.
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