Gracias por ser lo que sois: unas personas maravillosas. Puedo contar con vosotros cuando necesito en quien confiar y pedir consejo. Gracias a vosotros comencé a conocerme e incluso a apreciar lo que soy.
Gracias, porque los fríos y el miedo se me van cuando estoy a vuestro lado y la ternura de vuestras palabras me hacen revivir.
Me enseñasteis que las lágrimas de vez en cuando son buenas y que con ellas aprendemos a purificar nuestra alma y espíritu.
Creo en mis alegrías, se hacen dobles cuando vosotros las celebrais conmigo.
Creo en mis tristezas, que se dividen cuando llorais conmigo y me dais la mano para levantarme de mis fracasos.
Y ya sabeis el dicho (sabemos que no se debe dejar de luchar por lo que alguna vez soñamos, porque no hay sueño tan grande que no se pueda alcanzar, ni soñador tan pequeño que no pueda soñar).
Gracias a vosotros quizás y tal vez pronto me daré cuenta de que estoy enferma y que tengo que resignarme y darle un giro a mi vida.
Sólo me queda una vez más daros las gracias por todo lo que haceis por mi, por vuestro afecto incondicional y por vuestra ternura.
Gracias a todos y cada uno de mis compañeros y gracias a mis terapeutas, y muy especialmente a Ana y a Laura.
De Mar Rivas; Dibujo de Patri.
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