La imaginación, por Juan Carlos



La imaginación puede traer a nuestra mente formas de actuar con los demás o con la realidad, de las que después  podemos  arrepentimos, o por lo menos nos sentimos mal con nosotros o con los compañeros. Incluso a veces hacemos cosas casi que ni nosotros mismos estamos seguros de que fuéramos capaces de haberlas hecho. No sé en qué la podemos diferenciar de alucinaciones. Y si las alucinaciones tienen también actos y hechos reales realizados por nosotros mismos.
Yo me acuerdo que de pequeño utilizaba la imaginación para hacer juguetes de materiales que tenía a mano o encontraba: coches, tractores con motor eléctrico. Tengo un recuerdo de que un día hice una barca con paleta y vela y conseguí que llegase al otro lado de la orilla del embalse, hacía un poco de viento. Algunas otras anécdotas fueron de mayor, por enojo, traen más mal recuerdo a veces, fueron de más riesgo y yo diría que casi involuntarias. Desencadenaron otra forma de vida, otros lugares a los que también me adapté más adelante, más bien gracias a ALUME. 
Ahora estoy en otra edad a la que tengo que adaptarme, pero creo que aún estoy iniciando la adaptación: el cuerpo más vulnerable o débil, más lesiones  físicas, menos equilibrio, la fuerza va a menos, creo, la vista más floja, menos reflejos, más dormido el organismo. No sé si los malos recuerdos los crea la imaginación.

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